
Como el ave Fénix sí. Eso es algo que me encuentro en ocasiones, como me pasó hace unos días. Vino a verme una pareja a la que había visto hace un tiempo y después de pocas sesiones interrumpimos. Más tarde acabaron por decidir separarse. Y pasados unos cuantos meses buscan volver a recibir ayuda para tratar de encontrarse.
No es fácil, porque cuando una pareja pasa por un proceso de ruptura ocurren cosas a veces muy duras: se dicen cosas realmente desagradables, se llegan a extremos a veces dañinos. Por eso puede resultar más complicado tratar de volver a recorrer el camino de otra manera, tratar de restaurar los puentes rotos.
Y sin embargo Carmen y Juan nos demuestran que es posible.
A veces contra todo pronóstico. A veces sin que el viento sople a favor.
Por eso cuando me preguntan si en mi trabajo no me encuentro en ocasiones con parejas realmente ya desahuciadas. A las que más vale ya darles su certificado de defunción. Mi respuesta es que ¿quién soy yo para negarle a una pareja su posibilidad de buscar juntos la felicidad?
Porque veo situaciones como la de Carmen y Juan en la que habiendo ya tomado una ruta independiente, pueden decidir querer buscar el camino de intersección en su vida.
Juan lo expresaba de manera impecable:
“La familia es el punto de llegada”
Efectivamente, Juan piensa que no hay nada más allá, más alto quiero decir, que tu proyecto familiar. Por eso está dispuesto y Carmen también a poner de su parte todo lo que puedan para volver a encontrar el calor del hogar juntos.
Ya os decía que yo no paro de aprender de las parejas que se sientan delante de mí y abren en canal su vida.
Creo que Juan y Carmen nos enseñan a todos que vale la pena poner toda la carne en el asador, juntos, para superar las dificultades y las diferencias que podamos tener.
Porque nuestro hogar es nuestra meta.