Cerrando esta trilogía sobre vuestra intimidad y sobre vuestra unión física que se transforma también en anímica, me quería hoy referir a lo importante que es que vosotros dos habláis con calma, a fondo, con mucha sinceridad de vuestras relaciones sexuales.
Como sabéis, me dedico a atender a parejas con problemas que tratan de superarlos y seguir buscando juntos la felicidad. Pues bien, en muchas ocasiones en estas parejas esta conversación falta. Y en muchas ocasiones sus relaciones sexuales no son plenamente satisfactorias para los dos. Entonces ¿por qué no hablamos más?
A veces porque erróneamente asumimos algo como es, sin pensar en que puede mejorar mucho. Mal hecho. Vuestra unión tiene que ser una fiesta, para vosotros dos, para vuestros sentidos y para vuestro espíritu que se llena del otro. Hay que ser ambicioso. No te conformes con algo menos de eso. Que la mediocridad no nos ataque aquí.
Otras veces no hablamos porque lo hemos ido arrinconando, prácticamente no le prestamos atención y por lo tanto tampoco lo tenemos como tema ni de conversación ni de nuestra vida. Otro error. No podéis privaros de la riqueza que supone estar tan cerca, tan unidos, tan dentro del otro. Os estimula, os anima, os hace más felices y desde luego os une mucho más.
En otras ocasiones la falta de diálogo en este tema es porque uno piensa que le van a tomar por raro, que se va a creer que soy extraña, que me obsesiona este tema… vuelvo a repetir: en este terreno tenéis que buscar la excelencia, lo que está entre manos no merece algo menor. Entonces, ¿como no le vas a decir lo que sientes, lo que te gusta, lo que no te gusta, lo que te ayuda, lo que te hace perder totalmente la tensión…? Si lo que estás tratando es de mejorar ese terreno de unión tan íntima entre vosotros dos.
Bueno, creo que ya os he dado unas cuantas razones para no dejar de hablar sobre cómo os encontráis el uno cerca del otro en vuestras relaciones sexuales. Ahora ya solo queda que busquéis el momento más indicado.
Ánimo, valor y al toro!
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