Todas las parejas hemos sido y seremos “parejas sin hijos” En casa y dependientes de nosotros me refiero. Lo fuimos al inicio y lo seremos cuando se vayan de casa y nos dejen el nido vacío. Pero ahora quería detenerme en aquellas parejas que no tienen hijos. Ellos mantienen intacto el núcleo original sin irse desgajando poco a poco en uno y otro hijo. Ellos tienen bien encajados sus conductos de comunicación y conexión. Ahí no hay fugas. Creo que todos tenemos en la mente parejas sin hijos que tienen una enorme fecundidad, que desbordan y transmiten tanto…
Inicialmente deben afrontar, con la inevitable decepción inicial, que no van a ser padres. Es un momento duro. Se hacen presentes culpabilidades, que por absurdas que sean, pesan y pueden llegar a pesar mucho en un determinado momento. Vislumbran juntos ahora un horizonte diferente del planeado, en el que incluían hijos, y deben pasar necesariamente por una fase de ajuste, normalmente doloroso, para aterrizar de pleno en su realidad.
Pero una vez hecho este viaje, vuelven a encontrarse ellos dos frente a frente. No quiere decir que ese viaje lo hayan hecho solos, ¡ojalá que sepan vivirlo muy unidos! Pero tampoco es extraño que se acentúe la individualidad de cada uno en el modo en el que viven y afrontan la noticia de su no paternidad. Pero repito, superada esa fase están ellos dos solos y juntos. Como siempre. Y entonces serán más conscientes que nunca de que la felicidad de él depende de ella y viceversa. Nada ni nadie puede restar a ese amor que nació anclado al otro y continúa después de la tempestad.
Nos llevan la delantera a quienes hemos tenido hijos y un día volveremos a quedarnos solos, el uno con el otro.
Nos dan una lección de vida y son el ejemplo de cómo podemos y debemos ser pareja antes que padres .
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