Quiero empezar manifestando todo mi respeto y por las personas que tienen que educar en solitario porque eso es algo muy duro. Bastante nos cuesta acertar entre dos, como para verte tú solo o sola ante la toma de decisiones que tienen que ver con la educación y la crianza de tus hijos.
Pero aquellos que tenemos la suerte de criar en pareja, nos enfrentamos sin duda a algo sobre lo que cada vez pienso más: que somos muy muy muy distintos padre y madre y que tenemos unas visiones, percepciones y sensibilidades muy distintas también acerca de nuestros hijos.
Me lo hace presente una pareja que tengo actualmente y en la que una vez más, uno de los principales motivos de discusión es la discrepancia que tienen a la hora de marcar pautas educativas. Es normal. Discrepar sobre el sofá que vamos a comprar, o incluso sobre el lugar de vacaciones puede tener su trascendencia, pero no estar de acuerdo en lo que debemos dar a nuestros hijos que es lo más preciado que tenemos como pareja, pues nos pone absolutamente en jaque.
Fijaros lo que me decía Pedro el otro día:
“Es cierto que yo llego más tarde y que Pilar ha pasado toda la tarde con ellos, pero tampoco puede ser que al llegar a casa me sienta un extraño y no pueda decidir nada ni pasar un rato relajado con mis hijos. No vengo de tomarme cañas, y no tengo porque sentirme culpable por irrumpir en el ambiente familiar. Soy consciente de que Pilar tiene más la riendas y sabe más lo que les conviene pero tampoco puedo quedarme como un visitante.”
No le falta razón a Pedro, pero quizás deba ser más comprensivo con el hecho de que el llega con todas las ganas del mundo de abrazar a sus hijos y de ponerse a hablar con ellos, pero desembarca en un terreno en el que ya hay mucho recorrido durante la tarde y cansancio… y en el que es necesario un orden y un horario. Pilar tendrá que flexibilizar un poco y en la medida que la jornada de Pedro se alargue tanto facilitarle que pueda tener esos momentos de conexión con sus hijos al llegar a casa.
De ese modo encontrarán mucha más conexión entre ellos también que se sentirán mucho más cerca y mucho más juntos en la crianza de sus hijos. Y como golpe final de carambola los hijos se sentirán también beneficiados por esta cercanía de sus padres que les transmitirán mucha más paz y mucho más cariño y serenidad.